XII Tiempo Ordinario Ciclo “B”

tiempo ordinario en lectura católica

Lecturas de este domingo

  • Primera Lectura: Job 38, 1. 8-11. «Aquí se romperá la arrogancia de tus olas.»
  • Salmo: Sal 106. «¡Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!»
  • Segunda Lectura: 2 Cor 5, 14-17. «Ha comenzado lo nuevo.»
  • Evangelio: Mc 4, 35-41. «¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!»

Notas para la reflexión

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy nos encontramos reunidos para reflexionar sobre una escena del Evangelio de Marcos que tiene una profunda resonancia en nuestras vidas cotidianas: la tempestad calmada por Jesús. En este relato, Jesús muestra su soberanía absoluta sobre los elementos naturales, colocándose al nivel del Creador, tal como se nos recuerda en el libro de Job. Esta demostración de poder no solo busca nuestra admiración, sino que también nos llama a tener una fe viva y activa que ahuyente nuestros temores ante las dificultades.

Imaginen por un momento que estamos en una pequeña embarcación en medio de un mar embravecido. Las olas nos sacuden, el viento ruge, y sentimos que en cualquier momento podríamos naufragar. Esta es la imagen que nos presenta el Salmo 106, donde los navegantes, en su desesperación, claman a Dios y Él, con su inmenso amor y poder, calma la tormenta y los lleva a puerto seguro. Este salmo es un himno de acción de gracias, recordándonos que, cuando nos encontramos en situaciones que nos superan, la ayuda y la misericordia de Dios son nuestra verdadera salvación.

Al igual que esos navegantes, todos nosotros enfrentamos tempestades en nuestras vidas: problemas familiares, enfermedades, dificultades económicas, incertidumbres laborales. A veces, estos desafíos nos hacen sentir impotentes y abrumados, como si nuestras propias habilidades y conocimientos no fueran suficientes para superarlos. Es en estos momentos cuando debemos recordar la presencia constante y poderosa de Cristo en nuestras vidas. Como nos dice San Pablo en su carta a los Corintios, el amor de Cristo nos transforma y nos hace criaturas nuevas. Esta transformación nos da una visión renovada del mundo, en la que lo viejo ha pasado y ha llegado lo nuevo.

En el Evangelio, vemos cómo los discípulos, al verse en medio de la tormenta, se llenan de miedo y desesperación. Despiertan a Jesús, que estaba dormido, y le preguntan: «¿No te importa que perezcamos?» Jesús, con su serenidad y autoridad, calma la tormenta y les reprocha su falta de fe. Aquí, el mensaje es claro: ante las dificultades, no debemos dejar que el miedo nos paralice, sino confiar en que Cristo está siempre con nosotros, incluso cuando parece que está dormido.

San Agustín nos invita a reflexionar sobre qué significa que Cristo duerma en nosotros. Cuando olvidamos a Cristo, cuando dejamos que el miedo y la ira tomen el control, es como si Cristo estuviera dormido en nuestro corazón. Despertar a Cristo significa recordar su palabra, sus enseñanzas, y permitir que su presencia nos guíe y nos calme en medio de nuestras tormentas internas. Recordar cómo Él perdonó a quienes le crucificaron nos invita a perdonar, a calmar nuestra ira y a buscar la paz interior.

En la Iglesia, representada por la barca en el mar tormentoso, podemos ver nuestra propia vida de fe. A veces, las tempestades del mundo parecen amenazar con hundirnos. Pero es la certeza de que Cristo está con nosotros, aunque a veces parezca que duerme, lo que nos da la seguridad de salir triunfantes. Esta confianza nos invita a una fe adulta y madura, una fe que no se deja llevar por las modas o las novedades, sino que está profundamente enraizada en la amistad con Cristo.

Hoy, al celebrar la Eucaristía, renovamos nuestra acción de gracias a Dios por su constante presencia y ayuda en nuestras vidas. Que esta celebración nos fortalezca en la fe y nos recuerde que, a pesar de las tempestades, Cristo es nuestra roca y guía.

Que la Virgen Santísima, Mater Ecclesiae, nos proteja siempre y nos obtenga de Cristo la gracia para superar las olas que atacan incesantemente nuestra barca. Amén.

Mensaje de fe

La fe en Dios es la base sobre la cual debemos construir nuestras vidas. La omnipotencia de Dios, mostrada en las lecturas de hoy, nos invita a confiar plenamente en Su poder y amor. Aun cuando enfrentamos dificultades y tormentas, debemos recordar que Dios está con nosotros y tiene el control sobre todas las situaciones.

Mensaje de esperanza

La esperanza en Cristo nos da la fuerza para seguir adelante, sabiendo que «ha comenzado lo nuevo.» Somos nuevas criaturas en Cristo, y esta transformación nos permite enfrentar el futuro con esperanza, confiando en que Dios cumplirá sus promesas y nos llevará a la plenitud de la vida en Él.

Mensaje de caridad

La caridad hacia Dios y el prójimo es la manifestación de nuestra fe y esperanza. Siguiendo el ejemplo de Jesús, estamos llamados a ser instrumentos de paz y amor en el mundo. Esto implica cuidar de los demás, especialmente en tiempos de dificultad, mostrando compasión y apoyo a quienes lo necesitan, y siendo reflejo del amor y la misericordia de Dios.

Características

  • Duración aproximada de la homilía: 10-15 minutos.
  • Sujetos hacia quién va dirigida: Comunidad parroquial en general, incluyendo adultos y jóvenes.
  • Frase conclusiva: «Confíen en el Señor en todas las tormentas de la vida, y recuerden siempre que Su amor y misericordia son eternos.»

Queridos hermanos y hermanas, que esta reflexión sobre el poder de Dios y nuestra fe en Él nos fortalezcan en nuestra vida diaria, llevándonos a vivir con esperanza y caridad, confiando siempre en el amor eterno de nuestro Señor. Amén.

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