Homilía para el Domingo de Resurrección – ciclo B

Lecturas de este domingo:
- Hechos 10,34.37-43: Pedro proclama el testimonio de la Resurrección, asegurando que da sentido a toda la vida de Cristo.
- Salmo 117: Cantamos alabanzas por las maravillas del Señor, cuya misericordia perdura para siempre.
- Colosenses 3,1-4: San Pablo nos insta a buscar los bienes del cielo, donde reside Cristo, recordándonos nuestra nueva vida en comunión con Él.
- Juan 20,1-9: Contemplamos el sepulcro vacío y comprendemos que Jesús ha resucitado de entre los muertos, invitándonos a creer en su victoria sobre la muerte.
Notas para la reflexión:
Querida comunidad reunida en esta mañana radiante del domingo de resurrección,
Hemos sido testigos de un acontecimiento que trasciende todas las barreras del tiempo y del espacio: la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. En la Vigilia Pascual, hemos celebrado con júbilo la victoria de la Luz sobre las tinieblas, del Amor sobre la muerte. Cristo ha resucitado, y en su triunfo encontramos la promesa cumplida de vida nueva y redención.
En el testimonio valiente de Pedro, la primera voz de la Iglesia, encontramos la garantía de la Resurrección. Él nos asegura que este evento no es una mera historia pasada, sino una realidad presente que da sentido a toda la vida de Cristo y, por ende, a nuestra propia existencia como creyentes. Pedro nos recuerda que hemos comido y bebido con el Resucitado, que su presencia viva está entre nosotros, infundiendo esperanza y renovando nuestras fuerzas.
Nos unimos al Salmo con cánticos de alegría, proclamando que este es el día en que el Señor ha actuado. Su misericordia es eterna, y su poder se manifiesta en la piedra que los constructores rechazaron, ahora convertida en la piedra angular de nuestra fe: Cristo Resucitado.
San Pablo nos llama a buscar los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre. Por el bautismo, hemos sido unidos a Él, hemos sido transformados en nuevas criaturas, llamadas a vivir en santidad y a dejar atrás la levadura vieja del pecado. En Cristo, encontramos nuestra verdadera identidad y nuestra verdadera patria.
La secuencia pascual nos invita a ofrecer ofrendas de alabanza a la Víctima propicia de la Pascua, el Cordero sin pecado que nos salva y nos une a Dios en una nueva alianza. Su victoria sobre la muerte nos abre las puertas a una vida de plenitud y redención.
En el Evangelio según San Juan, contemplamos el sepulcro vacío y comprendemos que Jesús ha resucitado de entre los muertos. Pedro y Juan, al ver y creer, nos muestran el camino hacia una fe viva en el poder salvador de Cristo. Su testimonio nos desafía a dejar atrás nuestras dudas y temores, y a abrazar con firmeza la verdad de la Resurrección.
Queridos hermanos y hermanas, en este día de Pascua, renovemos nuestra fe en el Cristo Resucitado. Que su victoria sobre la muerte nos llene de gozo y esperanza, y nos impulse a vivir como auténticos testigos de su amor redentor. Que la luz de su Resurrección ilumine nuestro camino y nos guíe hacia la vida eterna que Él nos ofrece.
Que así sea. Amén.
Mensaje de fe:
Creer en la Resurrección de Cristo es creer en el poder transformador del amor de Dios. Es tener la certeza de que la muerte no tiene la última palabra y que la vida eterna nos espera junto a Él.
Mensaje de esperanza:
La Resurrección nos ofrece la esperanza de una vida nueva y redimida en Cristo. Nos asegura que, incluso en medio de las dificultades y los sufrimientos, Dios está obrando para nuestro bien y nos guía hacia un futuro lleno de luz y plenitud.
Mensaje de caridad:
Que la celebración de la Resurrección nos impulse a vivir en caridad hacia Dios y hacia nuestro prójimo. Que nos lleve a compartir el amor y la esperanza que hemos recibido, siendo instrumentos de su paz y su misericordia en el mundo.
Características:
- Duración aproximada de la homilía: 10-12 minutos.
- Dirigida a: Todos los presentes, especialmente a aquellos que buscan renovar su fe en la Resurrección de Cristo.
- Frase conclusiva: Que la Resurrección de Cristo sea para nosotros fuente de vida, esperanza y amor, hoy y siempre. Amen.