Escritura e interpretación – Joseph Ratzinger

La Biblia es la Palabra de Dios, pero también es un texto humano que requiere de una adecuada interpretación para comprender su sentido y su mensaje. ¿Cómo podemos leer las Sagradas Escrituras de manera fiel y fructífera? ¿Qué criterios debemos seguir para evitar el riesgo de una lectura subjetiva o ideológica? ¿Qué papel tiene la Tradición y el Magisterio de la Iglesia en la exégesis bíblica? Estas son algunas de las preguntas que aborda el libro “Escritura e interpretación”, una obra colectiva que reúne las reflexiones de Joseph Ratzinger y otros destacados escrituristas sobre los fundamentos de la interpretación bíblica.

Ficha técnica

  • Autor: Joseph Ratzinger
  • Temática: Hermenéutica bíblica

Comentario del libro “Escritura e interpretación”

El libro se compone de seis capítulos, cada uno de ellos dedicado a un aspecto clave de la hermenéutica bíblica. El primer capítulo, escrito por el propio Joseph Ratzinger, presenta el reto que supone la integración del método histórico-crítico en una visión teológica de la Escritura, que tenga en cuenta la unidad del canon, la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, y la dimensión eclesial y sacramental de la Palabra de Dios. El segundo capítulo, de Paul Beauchamp, analiza el concepto de inspiración bíblica y su relación con la libertad humana y la acción divina. El tercer capítulo, de Bruna Costacurta, se centra en el papel de la Tradición como fuente de interpretación, especialmente a través de los Padres de la Iglesia y los concilios. El cuarto capítulo, de Ignace de la Potterie, explica el sentido de la tipología bíblica, es decir, la correspondencia entre los acontecimientos, las personas y las instituciones del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento. El quinto capítulo, de Klemens Stock, aborda el tema de la alegoría bíblica, entendida como una forma de lectura espiritual que busca el sentido profundo y oculto de los textos sagrados. El sexto y último capítulo, de Albert Vanhoye, trata de la relación entre la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, mostrando la necesidad de una mutua colaboración entre los exegetas y los pastores.

El reto de la integración del método histórico-crítico

El capítulo de Joseph Ratzinger es, sin duda, el más relevante y actual del libro, pues plantea el problema fundamental de la hermenéutica bíblica: cómo conciliar el respeto por la historicidad de los textos bíblicos con la afirmación de su carácter divino y normativo para la fe. Ratzinger reconoce el valor del método histórico-crítico, que ha permitido descubrir el contexto histórico, literario y cultural de los escritos sagrados, pero también advierte de sus límites y peligros, como el reduccionismo, el escepticismo y el relativismo. Frente a estos riesgos, Ratzinger propone una hermenéutica que integre el método histórico-crítico en una visión teológica de la Escritura, que tenga en cuenta tres elementos fundamentales: la unidad del canon, la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, y la dimensión eclesial y sacramental de la Palabra de Dios. Estos elementos permiten superar el aislamiento de los textos bíblicos y situarlos en el marco de la historia de la salvación, que culmina en Cristo y se prolonga en la Iglesia. Así, la interpretación bíblica no se reduce a una mera reconstrucción histórica, sino que se abre a la comprensión del sentido pleno y definitivo de la Revelación divina.

El concepto de inspiración bíblica

El capítulo de Paul Beauchamp aborda el tema de la inspiración bíblica, que es el fundamento de la autoridad y la veracidad de la Escritura. Beauchamp parte de la definición de la inspiración como la acción de Dios que mueve a los autores humanos a escribir lo que Él quiere comunicar a su pueblo. Sin embargo, esta definición plantea varias cuestiones, como el modo de la intervención divina, el grado de libertad humana, el alcance de la inspiración y la relación entre el texto y el acontecimiento. Para responder a estas cuestiones, Beauchamp recurre a la analogía entre la inspiración bíblica y la encarnación de Cristo, que supone la unión sin confusión ni separación de las dos naturalezas, divina y humana. Así, la inspiración bíblica respeta la humanidad de los autores sagrados, que escriben con su propio estilo, conocimiento y personalidad, pero también implica la divinidad de la Palabra de Dios, que se expresa de manera fiel y verdadera en los textos sagrados. La inspiración bíblica no se limita al momento de la redacción, sino que abarca todo el proceso de la formación de la Escritura, desde la experiencia originaria de la Revelación hasta la fijación del canon. La inspiración bíblica tampoco se reduce al texto escrito, sino que se extiende al acontecimiento que el texto narra y actualiza, especialmente en la liturgia.

El papel de la Tradición como fuente de interpretación

El capítulo de Bruna Costacurta se centra en el papel de la Tradición como fuente de interpretación de la Escritura. Costacurta parte de la distinción entre la Tradición con mayúscula, que es el contenido de la fe transmitido por la Iglesia, y las tradiciones con minúscula, que son las formas históricas y culturales de expresar y vivir la fe. La Tradición con mayúscula es anterior y superior a la Escritura, pues es la misma Revelación divina que se comunica por medio de la palabra y la acción. La Escritura es una parte de la Tradición, que la recoge por escrito y la conserva de manera normativa. Las tradiciones con minúscula son posteriores y subordinadas a la Escritura, pues son las interpretaciones y aplicaciones de la Escritura a lo largo de la historia de la Iglesia. Entre las tradiciones con minúscula, destacan las de los Padres de la Iglesia y los concilios, que son testimonios autorizados y ejemplares de la lectura de la Escritura en la Iglesia. Costacurta propone una hermenéutica que integre la Escritura y la Tradición, que tenga en cuenta la continuidad y la novedad de la Revelación, y que se inspire en el método de los Padres de la Iglesia, que combinaban el análisis histórico, el sentido espiritual y la aplicación pastoral de los textos sagrados.

El sentido de la tipología bíblica

El capítulo de Ignace de la Potterie explica el sentido de la tipología bíblica, que es una forma de interpretación que establece una correspondencia entre los acontecimientos, las personas y las instituciones del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento. De la Potterie distingue la tipología de la alegoría, que es una forma de interpretación que busca un sentido oculto y simbólico de los textos sagrados, sin tener en cuenta su sentido literal e histórico. La tipología, en cambio, respeta el sentido literal e histórico de los textos sagrados, pero también reconoce su sentido profético y escatológico, que apunta a Cristo y a su obra salvífica. La tipología se basa en la unidad del plan de Dios, que se realiza progresivamente a través de la historia de la salvación, desde la creación hasta la consumación. La tipología se apoya en la autoridad de Cristo y de los apóstoles, que interpretaron el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento, y que nos invitan a hacer lo mismo. La tipología se practica en la Iglesia, que lee la Escritura en la fe y en la liturgia, y que descubre en ella el sentido pleno y definitivo de la Revelación divina.

El tema de la alegoría bíblica

El capítulo de Klemens Stock aborda el tema de la alegoría bíblica, que es una forma de interpretación que busca el sentido profundo y oculto de los textos sagrados, más allá del sentido literal e histórico. Stock distingue la alegoría de la tipología, que es una forma de interpretación que establece una correspondencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, basada en la unidad del plan de Dios. La alegoría, en cambio, se basa en la analogía entre lo natural y lo sobrenatural, lo visible y lo invisible, lo material y lo espiritual. La alegoría se origina en la tradición judía, que interpretaba el Antiguo Testamento de manera simbólica y mística, y se desarrolla en la tradición cristiana, especialmente en los Padres de la Iglesia y en la Edad Media, que aplicaban la alegoría a todo el texto sagrado, buscando cuatro sentidos: el literal, el alegórico, el moral y el anagógico. La alegoría se cuestiona con el surgimiento del método histórico-crítico, que rechaza el sentido oculto y subjetivo de los textos sagrados, y se recupera con el movimiento de la nueva hermenéutica, que reconoce el valor de la lectura espiritual y existencial de la Escritura. Stock propone una hermenéutica que integre la alegoría y el método histórico-crítico, que tenga en cuenta el sentido literal e histórico de los textos sagrados, pero también su sentido profundo y escatológico, que se revela por la acción del Espíritu Santo.

La relación entre la Escritura y el Magisterio de la Iglesia

El capítulo de Albert Vanhoye trata de la relación entre la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, que es el órgano autorizado para interpretar auténticamente la Palabra de Dios. Vanhoye parte de la afirmación del Concilio Vaticano II, que reconoce la Escritura como la norma suprema de la fe, pero también el Magisterio como el intérprete legítimo de la Escritura, en comunión con la Tradición. La relación entre la Escritura y el Magisterio es de mutua dependencia y colaboración, pues el Magisterio se alimenta de la Escritura y la Escritura se ilumina por el Magisterio. La relación entre la Escritura y el Magisterio es también de respeto y diálogo, pues el Magisterio no impone su autoridad de manera arbitraria, sino que escucha y consulta a los exegetas y a los fieles, y la Escritura no se opone al Magisterio, sino que lo reconoce y lo acoge como un don de Dios. La relación entre la Escritura y el Magisterio es, finalmente, de servicio y fidelidad, pues el Magisterio no se sirve de la Escritura para sus propios fines, sino que la sirve y la defiende de los errores y las distorsiones, y la Escritura no se aleja del Magisterio, sino que lo sigue y lo confirma como el testimonio de la verdad revelada.

Conclusión

El libro “Escritura e interpretación” es una obra de gran valor y actualidad, que ofrece una visión integral y equilibrada de la hermenéutica bíblica, que respeta la historicidad y la divinidad de la Escritura, que integra el método histórico-crítico y la lectura espiritual, que reconoce la unidad y la diversidad de la Revelación, y que armoniza la Escritura y la Tradición, el Magisterio y la exégesis, la fe y la razón. El libro es una invitación a leer la Escritura de manera fiel y fructífera, en comunión con la Iglesia y bajo la guía del Espíritu Santo, para descubrir en ella el rostro de Cristo y el camino de la salvación.

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