Gitano y obispo unidos en el martirio – Martín Ibarra Benlloch
La persecución religiosa que sufrió la Iglesia católica en España durante la Segunda República y la Guerra Civil fue una de las más sangrientas y crueles de la historia. Miles de sacerdotes, religiosos y laicos fueron asesinados por odio a la fe, dando testimonio de su amor a Cristo y a su Iglesia. Entre ellos, destacan dos figuras que representan la diversidad y la universalidad de la Iglesia: el beato Ceferino Giménez Malla, conocido como “el Pelé”, un gitano tratante de ganado que fue fusilado por defender a un sacerdote, y el beato Florentino Asensio Barroso, obispo de Barbastro, que fue torturado y martirizado por sus verdugos. Ambos fueron beatificados por el papa san Juan Pablo II en 1997.
- Ibarra Benlloch, Martín (Author)
Ficha técnica
- Autor: Martín Ibarra Benlloch
- Temática: Historia de la persecución religiosa en España y biografía de dos mártires
Comentario del libro “Gitano y obispo unidos en el martirio”
El autor de este libro, Martín Ibarra Benlloch, es doctor en Historia y especialista en la diócesis de Barbastro, donde se produjo una de las mayores masacres de la persecución religiosa. En esta obra, nos ofrece una narración rigurosa y documentada de la vida, pasión y muerte de los beatos Ceferino y Florentino, así como del contexto histórico y eclesial en el que se desarrollaron sus martirios.
Ceferino Giménez Malla, “el Pelé”
Ceferino Giménez Malla nació en 1861 en Benavent de Segrià, Lérida, en el seno de una familia gitana. Desde niño se dedicó al comercio de ganado, actividad que le permitió viajar por diversas regiones de España y conocer a muchas personas. Se casó con Teresa Jiménez Castro, una gitana católica que le influyó en su conversión. Ceferino se bautizó a los 40 años y desde entonces fue un fiel practicante de su fe. Era devoto del rosario, de la Virgen del Pilar y de san José, a quien tenía una especial veneración. Era generoso con los pobres, pacificador entre los suyos y respetuoso con las autoridades. Su fama de santidad se extendió entre los gitanos y los payos, que le llamaban “el Pelé”, que significa “el bueno” o “el sabio” en caló.
El 8 de agosto de 1936, Ceferino fue detenido en Barbastro por defender a un sacerdote que iba a ser fusilado. Los milicianos le ofrecieron la libertad si entregaba el rosario que llevaba consigo, pero él se negó y lo besó con fervor. Fue conducido al cementerio, donde le dispararon varias veces. Antes de morir, perdonó a sus verdugos y exclamó: “¡Viva Cristo Rey!”. Su cuerpo fue arrojado a una fosa común, donde se conservó incorrupto hasta su exhumación en 1940. Sus restos se veneran en la catedral de Barbastro.
Florentino Asensio Barroso, obispo de Barbastro
Florentino Asensio Barroso nació en 1877 en Villasexmir, Valladolid, en una familia humilde y cristiana. Ingresó en el seminario de Valladolid, donde se ordenó sacerdote en 1901. Fue profesor, predicador, canónigo y vicario general de su diócesis. En 1935 fue nombrado obispo de Barbastro, una diócesis que contaba con unos 80.000 fieles y 140 sacerdotes. Su lema episcopal era “In te, Domine, speravi” (En ti, Señor, he esperado). Su labor pastoral se centró en la formación del clero, la atención a los pobres y enfermos, la promoción de las vocaciones y la defensa de los derechos de la Iglesia.
El 22 de julio de 1936, el obispo Florentino fue arrestado por los milicianos que habían tomado el control de Barbastro. Fue encerrado en el salón de actos del colegio de los escolapios, donde sufrió todo tipo de vejaciones e insultos. Fue sometido a un simulacro de juicio, donde se le acusó de ser un “enemigo del pueblo”. Fue condenado a muerte y trasladado al cementerio, donde le esperaba un pelotón de fusilamiento. Antes de recibir el tiro de gracia, bendijo a sus verdugos y gritó: “¡Viva Cristo Rey!”. Su cadáver fue profanado y quemado. Sus cenizas se conservan en la catedral de Barbastro.
Conclusión
El libro de Martín Ibarra Benlloch es una obra valiosa y necesaria para conocer la historia de dos mártires que representan la fidelidad y el heroísmo de la Iglesia española durante la persecución religiosa. El autor nos ofrece una visión objetiva y documentada de los hechos, sin caer en el rencor ni en la apología. Al mismo tiempo, nos transmite la belleza y la grandeza de la fe de los beatos Ceferino y Florentino, que supieron dar testimonio de Cristo hasta el final. El libro es una invitación a seguir su ejemplo de santidad y de amor a la Iglesia, que es madre y maestra de todos los hombres.