III Tiempo Cuaresmal Ciclo «C»

tiempo cuaresmal

Lecturas de este domingo

  • Primera lectura: Ex 3, 1-8a. 13-15.
  • Salmo responsorial: Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
  • Segunda lectura: 1 Cor 10, 1-6. 10-12.
  • Evangelio: Lc 13, 1-9.

Monición de entrada para la misa con adultos

Hermanos y hermanas, hoy la Palabra de Dios nos confronta con una verdad ineludible: nuestro tiempo es un tiempo de gracia, pero también de decisión. Dios nos llama a la conversión, y lo hace con paciencia, pero con firmeza. Como la higuera de la que nos habla el Evangelio, hemos sido plantados para dar fruto. Pidamos hoy la gracia de no desperdiciar este tiempo de misericordia y de responder al llamado del Señor con corazón sincero.

Monición de entrada para la misa con niños

Queridos niños, hoy Jesús nos cuenta la historia de una higuera que no daba frutos. Su dueño quería cortarla, pero el viñador pidió más tiempo para cuidarla. Dios nos da oportunidades para cambiar y ser mejores. Escuchemos con atención lo que Jesús nos quiere enseñar hoy.

Homilía

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Las lecturas de este domingo nos invitan a la conversión, a mirar el tiempo que Dios nos concede como una oportunidad para dar fruto y vivir en su gracia. La vida es un constante llamado de Dios. Nos habla a través de los acontecimientos, de la conciencia y, sobre todo, de su Palabra. Pero, ¿le escuchamos realmente? ¿O seguimos postergando nuestra conversión?

En la primera lectura (Ex 3, 1-8. 13-15), Dios se revela a Moisés en la zarza ardiente y le confía una misión: liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14), le dice. Dios es inmutable, pero nos da tiempo para cambiar. Su paciencia es la de un Padre que espera nuestro regreso. Nos llama a salir de nuestras esclavitudes, del pecado que nos ata, y a confiar en su fidelidad.

El Evangelio de hoy (Lc 13, 1-9) nos presenta dos hechos trágicos: unos galileos asesinados por Pilato y unos hombres que murieron cuando la torre de Siloé se derrumbó. La gente de entonces, como nosotros hoy, buscaba culpables, explicaciones externas. Pero Jesús cambia el enfoque: «Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera» (Lc 13, 5). Nos recuerda que la vida es frágil y que lo más importante no es preguntarnos por qué ocurren las tragedias, sino si estamos preparados para presentarnos ante Dios.

Jesús continúa con la parábola de la higuera estéril. El dueño de la viña quiere cortarla porque no da fruto, pero el viñador intercede y pide un año más para cuidarla y abonarla. Así es Dios con nosotros: nos da su gracia, nos cuida con su Palabra, nos alimenta con los sacramentos, pero espera frutos de conversión. Como dice San Agustín: «Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Su misericordia nos sostiene, pero la conversión es una decisión personal.

San Pablo nos advierte en la segunda lectura: «El que se cree firme, tenga cuidado de no caer» (1 Cor 10, 12). No basta con haber recibido la fe, hay que vivirla con obras. No podemos acomodarnos en la rutina espiritual. Dios nos ha plantado en su viña, nos ha dado talentos, pero… ¿estamos dando frutos? Si nuestra vida fuera la higuera del Evangelio, ¿sería una higuera estéril o una que da frutos de caridad, justicia y verdad?

San Juan Pablo II nos recordaba: «No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón». La conversión pasa por reconciliarnos con Dios y con los hermanos. No se trata solo de evitar el pecado, sino de comprometernos a vivir el amor.

Hoy Dios nos llama. No esperemos a mañana para cambiar. Que esta Cuaresma sea un tiempo de gracia para dar fruto abundante y vivir en Él.

Amén.

Peticiones

  1. «El Señor es compasivo y misericordioso» (Sal 102). Que la Iglesia sea reflejo vivo de esta misericordia, llamando siempre a la conversión. Roguemos al Señor.
  2. «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14). Por el Papa y los obispos, para que sean guías firmes que conduzcan a la humanidad hacia Dios. Roguemos al Señor.
  3. «El que se cree firme, tenga cuidado de no caer» (1 Cor 10, 12). Por los gobernantes de las naciones, para que busquen el bien común y actúen con justicia. Roguemos al Señor.
  4. «Dale un año más» (Lc 13, 8). Por las familias y los trabajadores, para que en sus dificultades sientan el amor y la paciencia de Dios. Roguemos al Señor.
  5. «Si no os convertís, todos pereceréis» (Lc 13, 5). Por los enfermos, para que encuentren en Cristo su fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor.
  6. «Cuidaré de ella y le echaré abono» (Lc 13, 8). Por los difuntos, para que sean recibidos en la casa del Padre. Roguemos al Señor.

Mensaje de fe

Nuestra fe no es una teoría, sino una respuesta al Dios vivo. Si creemos en él, debemos demostrarlo con nuestra vida. «El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto» (Jn 15, 5).

Mensaje de esperanza

Dios nunca nos deja solos. Su paciencia es infinita, pero su justicia es real. «El Señor es compasivo y misericordioso» (Sal 102). Aprovechemos el tiempo que nos da para volver a él.

Mensaje de caridad

No basta con evitar el mal; debemos hacer el bien. «Aquel que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene» (Lc 3, 11). Cada día es una oportunidad para ser mejores y ayudar a los demás.

Características

  • Duración: Aproximadamente 10 minutos.
  • Destinatarios: Fieles adultos y jóvenes en proceso de crecimiento espiritual.
  • Frase conclusiva: «No aplaces tu conversión. Dios te espera hoy, no mañana.»

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