La revolución a debate – François Furet

La Revolución Francesa es uno de los acontecimientos más trascendentales y complejos de la historia moderna. Su interpretación ha suscitado numerosos debates y controversias entre los historiadores, que han intentado comprender sus causas, sus consecuencias y su significado. Entre los estudiosos más destacados de este tema se encuentra François Furet, un historiador francés que fue miembro de la Academia Francesa y profesor en la Universidad de Chicago. Furet dedicó gran parte de su obra a analizar la Revolución Francesa desde una perspectiva crítica y revisionista, cuestionando las visiones tradicionales y marxistas que la presentaban como una lucha de clases o como el triunfo de la libertad y la igualdad. En su libro “La revolución a debate”, publicado por Ediciones Encuentro, Furet recoge una serie de artículos que escribió entre 1980 y 1997 para la revista Le Débat, en los que reflexiona sobre diversos aspectos de la Revolución Francesa y su influencia en la historia y el pensamiento político del siglo XX.

Ficha técnica

  • Autor: François Furet
  • Temática: Historia de la Revolución Francesa

Comentario del libro “La revolución a debate”

La inteligencia de lo político

El primer artículo del libro es una introducción al conjunto de la obra de Furet, en la que expone su propósito de iluminar la inteligencia de lo político en el siglo XX a partir de la experiencia de la Revolución Francesa. Furet parte de la constatación de que la intelectualidad francesa de izquierda fue incapaz de reconocer y denunciar el carácter totalitario y despótico de la Revolución Soviética, que pretendía ser la heredera y la superación de la Revolución Francesa. Para Furet, esta ceguera se debió a que los intelectuales franceses no quisieron pensar el problema del Terror, es decir, la relación entre la revolución y la violencia, que ya había sido planteado por los historiadores del siglo XIX. Furet propone entonces recuperar el debate historiográfico del siglo XIX, que fue más lúcido y profundo que el del siglo XX, para comprender mejor la naturaleza y el destino de las revoluciones.

¿La Revolución sin el Terror?

El segundo artículo se centra en el gran dilema que dividió a los historiadores del siglo XIX: ¿se puede concebir la Revolución Francesa sin el episodio del Terror? Furet repasa las principales corrientes historiográficas que intentaron responder a esta pregunta, desde los contrarrevolucionarios como Joseph de Maistre, que identificaron la Revolución con el Terror, hasta los liberales como Alexis de Tocqueville, que distinguieron entre la Revolución moderada y la Revolución radical, pasando por los socialistas como Louis Blanc, que justificaron el Terror como una necesidad histórica. Furet muestra cómo cada una de estas interpretaciones refleja una posición política y una visión de la historia, y cómo todas ellas tienen sus límites y sus contradicciones. Furet concluye que el problema del Terror sigue siendo un enigma, que no se puede resolver con una simple fórmula, sino que exige una reflexión crítica y pluralista.

La Revolución en el imaginario político francés

El tercer artículo se ocupa de la comparación entre la Revolución Francesa y las otras dos grandes revoluciones de la época moderna: la Revolución Inglesa y la Revolución Americana. Furet destaca la doble originalidad de la experiencia francesa: por un lado, su carácter universalista y abstracto, que la convirtió en el modelo y el referente de todas las revoluciones posteriores; por otro lado, su carácter inacabado y conflictivo, que la mantuvo como un objeto de disputa y de identificación en el imaginario político francés. Furet analiza cómo la Revolución Francesa se inscribió en la memoria colectiva de los franceses, a través de los símbolos, los mitos, las celebraciones y las polémicas que la evocaron. Furet sostiene que la Revolución Francesa fue el acontecimiento fundador de la modernidad política, pero también el origen de una crisis de representación y de legitimidad que aún perdura.

La idea francesa de revolución

El cuarto artículo se propone definir la idea francesa de revolución, es decir, el conjunto de creencias y de valores que se asociaron con la Revolución Francesa y que la distinguieron de otras revoluciones. Furet identifica cuatro rasgos esenciales de esta idea: la noción de ruptura radical con el pasado, la noción de voluntad popular soberana, la noción de igualdad social y la noción de regeneración nacional. Furet examina cómo estos rasgos se expresaron en las diversas etapas y corrientes de la Revolución Francesa, desde el jacobinismo hasta el bonapartismo, y cómo se transmitieron y se transformaron en el siglo XIX y el siglo XX, dando lugar a diferentes formas de republicanismo, socialismo, nacionalismo y comunismo. Furet advierte que la idea francesa de revolución tuvo una gran fuerza movilizadora, pero también una gran ambigüedad y una gran peligrosidad, ya que podía conducir al fanatismo, al totalitarismo y a la guerra.

Burke o el fin de una sola historia de Europa

El quinto artículo se dedica a la figura y al pensamiento de Edmund Burke, el gran crítico de la Revolución Francesa y el fundador del conservadurismo moderno. Furet reconoce la lucidez y la originalidad de Burke, que supo percibir el carácter inédito y revolucionario de la Revolución Francesa, que rompía con la tradición y la continuidad de la historia europea. Furet también aprecia la sensibilidad y la imaginación de Burke, que supo defender los valores de la libertad, la propiedad, la religión y la cultura frente a la abstracción, la uniformidad, la violencia y la barbarie de la Revolución Francesa. Furet, sin embargo, no comparte la visión de Burke, que se basaba en una idealización de la sociedad inglesa y en una negación de la realidad y de la diversidad de Europa. Furet considera que Burke no fue capaz de comprender el sentido y el alcance de la Revolución Francesa, que inauguraba una nueva era de la historia y de la política, que exigía una nueva reflexión y una nueva actitud.

1789-1917: ida y vuelta

El sexto y último artículo del libro establece un paralelismo y un contraste entre la Revolución Francesa y la Revolución Rusa, que fueron las dos grandes revoluciones del mundo moderno. Furet muestra cómo la Revolución Rusa se inspiró y se legitimó en la Revolución Francesa, que le sirvió de modelo y de referencia, pero también cómo la Revolución Rusa superó y negó a la Revolución Francesa, que le pareció insuficiente e incompleta. Furet analiza las semejanzas y las diferencias entre las dos revoluciones, tanto en sus causas y sus procesos como en sus consecuencias y sus significados. Furet concluye que la Revolución Rusa fue el último episodio de la historia de las revoluciones, que comenzó con la Revolución Francesa, y que ambas revoluciones marcaron el inicio y el fin de una ilusión, la ilusión de que la historia podía ser dominada y dirigida por la voluntad humana.

Conclusión

“La revolución a debate” es un libro imprescindible para todos los interesados en la historia y en el pensamiento político de la época moderna. François Furet ofrece una visión profunda, original y crítica de la Revolución Francesa, que la sitúa en su contexto histórico, la compara con otras revoluciones, la examina desde diferentes perspectivas y la relaciona con los problemas y los desafíos del siglo XX. Furet no se limita a narrar los hechos, sino que los interpreta y los cuestiona, con rigor y con honestidad, sin dogmatismos ni prejuicios. Furet nos invita a pensar la Revolución Francesa, no como un acontecimiento cerrado y definitivo, sino como un proceso abierto y complejo, que tiene múltiples dimensiones y repercusiones, que genera debates y controversias, que ilumina y que oscurece, que fascina y que inquieta. Furet nos ayuda a comprender mejor la Revolución Francesa, pero también nos interpela a nosotros, los lectores, que somos los herederos y los responsables de su legado.

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