Santa Gema Galgani – Germán de San Estanislao
¿Qué sabes de santa Gema Galgani, la joven italiana que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX y que fue canonizada por el papa Pío XII en 1940? ¿Conoces su vida, sus experiencias místicas, sus sufrimientos, su amor a Jesús y a la Virgen María, su entrega total a la voluntad de Dios? Si quieres profundizar en la figura de esta santa tan especial, te recomiendo que leas el libro “Santa Gema Galgani” de Germán de San Estanislao, un sacerdote pasionista que fue su director espiritual y que nos ofrece un testimonio directo y cercano de la estigmatizada de Luca.
- San Estanislao, German de (Author)
Ficha técnica
- Autor: Germán de San Estanislao, pasionista (1850-1909)
- Temática: Biografía de santa Gema Galgani, virgen de Luca
Comentario del libro “Santa Gema Galgani”
El libro “Santa Gema Galgani” es una biografía de la santa escrita por el padre Germán de San Estanislao, que la conoció personalmente y la acompañó en su camino espiritual desde 1899 hasta su muerte en 1903. El padre Germán nos narra con detalle y delicadeza los acontecimientos más importantes de la vida de Gema, desde su infancia hasta su muerte, pasando por su conversión, su vocación, sus éxtasis, sus estigmas, sus dolencias, sus tentaciones, sus consolaciones y sus desolaciones.
La infancia y la conversión de Gema
Gema nació en Camigliano, un pueblo cerca de Luca, el 12 de marzo de 1878, en el seno de una familia cristiana y numerosa. Era la quinta de ocho hermanos, de los cuales cuatro murieron en la infancia. Su madre, Aurelia, era una mujer piadosa y ejemplar, que educó a sus hijos en el amor a Dios y a la Iglesia. Su padre, Enrique, era un farmacéutico respetado y generoso, que se ocupaba de los pobres y los enfermos. Gema era una niña alegre, inteligente, obediente y cariñosa, que desde pequeña mostró una gran devoción a Jesús y a María. Le gustaba rezar el rosario, ir a misa, visitar el sagrario, leer la vida de los santos y hacer obras de caridad. A los siete años hizo su primera comunión y a los nueve recibió la confirmación. A los diez años, sufrió la pérdida de su madre, que murió de tuberculosis. Esto fue un duro golpe para Gema, que se refugió en la oración y en el consuelo de su ángel de la guarda. A los doce años, tuvo una grave enfermedad que la dejó sorda por un tiempo. Fue entonces cuando sintió el llamado de Dios a consagrarse a Él como virgen. A los trece años, se trasladó con su padre y sus hermanos a Luca, donde continuó sus estudios y su formación cristiana. A los dieciséis años, experimentó una profunda conversión, que la llevó a renunciar a todo lo que pudiera alejarla de Dios. Se desprendió de sus joyas, de sus vestidos, de sus diversiones, de sus amistades mundanas y se dedicó por completo a la oración, al ayuno, a la penitencia, a la lectura espiritual y a la asistencia a los enfermos y a los pobres. Su deseo era entrar en un convento, pero su padre se lo impidió, pues necesitaba de su ayuda en la casa y en la farmacia. Gema aceptó con humildad y obediencia la voluntad de su padre, que murió poco después, dejándola huérfana a los dieciocho años.
La vocación y las experiencias místicas de Gema
Después de la muerte de su padre, Gema quedó al cuidado de sus tíos maternos, que la acogieron en su casa. Allí, Gema continuó su vida de santidad, sin dejar de buscar la manera de cumplir su vocación religiosa. Su anhelo era entrar en la orden de las pasionistas, que se dedicaban a la contemplación de la pasión de Cristo y a la reparación por los pecados del mundo. Sin embargo, su salud delicada y su situación económica le impedían realizar su sueño. Gema no se desanimó, sino que se ofreció a Dios como víctima por la conversión de los pecadores y por la santificación de los sacerdotes. Fue entonces cuando empezó a tener experiencias místicas extraordinarias, que la unieron más íntimamente a Jesús y a María. Gema recibía frecuentes visitas de su ángel de la guarda, que la guiaba, la protegía y la consolaba. También tenía visiones de Jesús, que le hablaba, le enseñaba y le mostraba sus llagas. Gema sentía en su corazón los dolores de la pasión de Cristo y los compartía con amor y compasión. Así, el 8 de junio de 1899, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, Gema recibió el don de los estigmas, es decir, las heridas de Cristo en sus manos, sus pies y su costado. Estas heridas sangraban cada viernes y se cerraban el sábado, causándole un gran sufrimiento físico y espiritual. Gema también tenía éxtasis, que la elevaban a un estado de unión con Dios, en el que perdía la conciencia de lo que la rodeaba. En estos momentos, Gema expresaba con palabras ardientes su amor a Jesús y a María, su deseo de cielo, su dolor por los pecados, su confianza en la misericordia divina. Estas experiencias místicas, que duraron unos cuatro años, fueron conocidas y atestiguadas por el padre Germán de San Estanislao, que se convirtió en su director espiritual y en su padre adoptivo. El padre Germán fue el encargado de discernir los fenómenos sobrenaturales que ocurrían en Gema y de orientarla en su camino de perfección. También fue el intermediario entre Gema y la orden de las pasionistas, a la que ella tanto quería pertenecer.
Los sufrimientos y la muerte de Gema
La vida de Gema no fue fácil, sino que estuvo llena de pruebas, de enfermedades, de incomprensiones, de calumnias, de persecuciones, de tentaciones, de angustias, de abandonos. Gema tuvo que soportar la oposición de sus tíos, que no comprendían ni aceptaban su vocación y su vida mística. También tuvo que sufrir la envidia y la hostilidad de algunas personas que la consideraban una impostora, una loca, una histérica, una endemoniada. Incluso tuvo que enfrentarse a los ataques del demonio, que la asaltaba con furia, tratando de hacerla caer en el pecado, en la desesperación, en la apostasía. Gema resistió todo esto con paciencia, con fortaleza, con humildad, con silencio, con oración, con confianza, con alegría. No se quejaba, no se defendía, no se rebelaba, sino que ofrecía todo por amor a Dios y por la salvación de las almas. Su único consuelo era la eucaristía, que recibía con frecuencia y con fervor, y la Virgen María, a la que invocaba como su madre y su refugio. Gema también tuvo que renunciar a su sueño de entrar en el convento de las pasionistas, pues su solicitud fue rechazada por varias razones. Gema aceptó con resignación y con obediencia este sacrificio, que le costó mucho dolor. Sin embargo, no dejó de esperar que algún día se cumpliera su deseo de ser una hija de la pasión. Gema murió el 11 de abril de 1903, a los 25 años, víctima de una tuberculosis que la consumió lentamente. Su muerte fue serena y santa, rodeada de sus familiares, de sus amigos y de sus padres espirituales. Antes de expirar, dijo estas palabras: “Jesús, te amo”. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Luca, pero luego fue trasladado en el santuario de las pasionistas, donde se veneran sus reliquias. Su proceso de beatificación y canonización fue rápido y exitoso, gracias a los numerosos milagros que se atribuyeron a su intercesión. El papa Pío XII la proclamó santa el 2 de mayo de 1940, y la declaró patrona de los enfermos, especialmente de los que sufren del corazón y de los pulmones.
Conclusión
El libro “Santa Gema Galgani” de Germán de San Estanislao es una obra de gran valor histórico, espiritual y devocional, que nos acerca a la vida y a la personalidad de una de las santas más admiradas y queridas de la Iglesia. El autor, que fue testigo y protagonista de los acontecimientos que narra, nos ofrece un retrato fiel y completo de Gema, resaltando sus virtudes, sus dones, sus experiencias, sus sufrimientos y su amor a Dios y a los hombres. El libro es una invitación a seguir el ejemplo de Gema, que supo hacer de su vida una ofrenda agradable a Dios, una reparación por los pecados del mundo y una manifestación de la gloria de Dios. El libro es también una fuente de inspiración y de consuelo para los que sufren, los que buscan, los que esperan, los que aman. El libro es, en definitiva, un regalo para el alma, que nos ayuda a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad.