XXX Tiempo Ordinario Ciclo “B”

tiempo ordinario en lectura católica

Tenemos una categoría donde encontrarás libros para ayudarte a la hora de preparar la predicación eucarística. Haz clic aquí para ir a la categoría «Homilética»

Lecturas de este domingo

  • Primera Lectura: Jeremías 31, 7-9: Guiaré entre consuelos a los ciegos y los cojos.
  • Salmo: Salmo 125: R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
  • Segunda Lectura: Hebreos 5, 1-6: Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec.
  • Evangelio: Marcos 10, 46-52: “Rabbuní”, haz que recobre la vista.

Monición de entrada (para adultos)

Queridos hermanos, hoy nos reunimos en el gozo de la comunidad cristiana para escuchar la Palabra de Dios que ilumina nuestra vida. En el Evangelio de hoy, veremos cómo Bartimeo, el ciego, busca con todas sus fuerzas la luz de Cristo y es curado por su fe. Al comenzar esta Eucaristía, pidamos al Señor que abra también nuestros ojos y corazones, para poder verlo con mayor claridad en nuestra vida diaria. Que su misericordia nos guíe en el camino hacia Él.

Monición de entrada (para niños)

Queridos niños, hoy vamos a escuchar una historia muy especial en la que Jesús ayuda a un hombre ciego llamado Bartimeo. Bartimeo no podía ver, pero sabía en su corazón que Jesús podía ayudarle. ¿Alguna vez has necesitado ayuda y has pedido a Jesús que te ayude? ¡Pues hoy vamos a aprender cómo Jesús siempre nos escucha cuando le llamamos con fe!

Homilía

“¿Qué quieres que haga por ti?”

La escena que nos presenta el Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre la profundidad de la fe y la respuesta de Dios a nuestras súplicas más sinceras. Jesús se encuentra en Jericó, un lugar lleno de vida y de gente, pero en medio de esa multitud, una voz destaca: la de Bartimeo, un ciego que, sin ver, tiene una visión más clara que muchos de los que rodean a Jesús.

Bartimeo grita desde la oscuridad. Su grito no es sólo el de un hombre que busca ser sanado físicamente; es el grito de un corazón que desea encontrar la verdad, la luz. Pero este grito de súplica guarda un trasfondo importante de tener en cuenta: la delicadeza. Dios se ha hecho hombre y entiende, no solo como Creador sino como semejante de la humanidad, todo cuánto el hombre padece. Por eso, Bartimeo no sólo pide ver con los ojos del cuerpo, pide ver a Cristo con los ojos del alma. Aquí se encuentra el núcleo de su fe: sabe que sólo en Cristo encontrará la verdadera luz.

Las lecturas de hoy, tomadas en conjunto, nos hablan de un Dios que escucha y responde a ese clamor; de un Dios que no es ajeno a lo que ocurre en la vida humana. Jeremías nos muestra un Dios que promete consuelo y guía a su pueblo. “Yo soy para Israel un padre”, dice el Señor (Jer 31, 9). Un padre que no sólo guía, sino que transforma la oscuridad en luz. Y este es el mismo Dios al que Bartimeo clama. Y este es el mismo Dios al que nosotros aclamamos.

En la Segunda Lectura, la carta a los Hebreos nos recuerda que Cristo es el sumo sacerdote elegido por Dios, un mediador que intercede por nosotros. No se trata de un Dios lejano, sino de un Salvador que se acerca a nosotros, escucha nuestras súplicas, y nos responde: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Una pregunta que Jesús no hace por ignorancia, sino porque respeta nuestra libertad. Él quiere que nosotros expresemos nuestro deseo de sanación, de redención, de vida plena en Él. Dios quiere que entremos en diálogo con él.

Es importante notar que, a pesar de la multitud que intentaba silenciarlo, Bartimeo no se dejó vencer. Insistió, gritó más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” (Mc 10, 47). Es un ejemplo claro de que la fe verdadera no se deja apagar por las dificultades o las opiniones de los demás. En palabras de San Juan Crisóstomo, “la oración con fe y perseverancia derrumba las murallas más fuertes”. Y esto es lo que Bartimeo nos enseña: a no rendirnos, a insistir, a buscar a Cristo con un corazón sincero y decidido.

Al final, Jesús le devuelve la vista, pero más importante aún, le devuelve la dignidad. Bartimeo pasa de ser un mendigo ciego al borde del camino, a convertirse en un seguidor de Cristo, “lo seguía por el camino” (Mc 10, 52). Y en esto, vemos que la sanación que Jesús ofrece siempre va más allá de lo físico. Él nos llama a caminar con Él, a ser sus discípulos, a confiar en su amor misericordioso. Él nos llama a adentrarnos en una interlocución, un diálogo confiado donde el hombre es hombre y donde Cristo también es hombre.

Queridos hermanos, hoy Cristo también nos pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Quizá, como Bartimeo, necesitamos que el Señor nos devuelva la visión, no sólo en el cuerpo, sino en el alma. Tal vez estamos ciegos por nuestras preocupaciones, por nuestras dudas, por la rutina diaria, y necesitamos que Cristo nos saque de esa oscuridad.

No tengamos miedo de gritar con fe como Bartimeo. Él nos escucha, hablémosle, y en la perseverancia de este diálogo, escucharemos: “Tu fe te ha salvado”.

Peticiones

  1. “Grandes cosas ha hecho el Señor por nosotros” (Sal 125). Por la Iglesia, para que sea siempre un faro de luz y esperanza, iluminando el camino de la fe. Roguemos al Señor.
  2. “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Heb 5, 5). Por el Papa y los pastores de la Iglesia, para que continúen guiando a su pueblo con sabiduría y amor. Roguemos al Señor.
  3. “Con lágrimas partirán, pero con gran gozo volverán” (Jer 31, 9). Por las naciones del mundo, especialmente las que sufren conflictos, para que encuentren caminos de paz. Roguemos al Señor.
  4. “El Señor ha hecho grandes cosas con nosotros” (Sal 125). Por nuestras familias y nuestros trabajos, para que vivamos siempre con gratitud y esfuerzo hacia el bien común. Roguemos al Señor.
  5. “Ten compasión de mí” (Mc 10, 47). Por los enfermos, para que encuentren consuelo en la compasión de Cristo y fortaleza en la fe. Roguemos al Señor.
  6. “Tu fe te ha salvado” (Mc 10, 52). Por los difuntos, para que Cristo los reciba en su Reino de paz y luz eterna. Roguemos al Señor.

Mensaje de fe

La fe es la fuerza que nos impulsa a clamar a Dios incluso en medio de la oscuridad. Como Bartimeo, confiemos en que Cristo siempre nos escucha y nos invita a seguirlo en el camino de la vida.

Mensaje de esperanza

En Cristo, siempre hay esperanza de restauración. No importa cuán ciegos nos sintamos, Jesús es la luz que nos guía hacia una vida nueva.

Mensaje de caridad

Que nuestro amor hacia los demás sea reflejo del amor de Cristo hacia Bartimeo: un amor que escucha, que responde y que devuelve la dignidad a quien lo necesita.

Características

  • Duración: Aproximadamente 10 minutos.
  • Dirigida a: Toda la comunidad cristiana, tanto adultos como jóvenes.
  • Frase conclusiva: «Tu fe te ha salvado.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *